En la actualidad, nadie duda ya del rol que el CFO juega para las organizaciones. Esencial debido al impacto de su área de actuación y responsabilidad, este papel puede, y debe, aportar valor a la organización mucho más allá del propio aspecto meramente financiero. Analítica, gobierno corporativo, talento, estrategia… Son sólo algunos de los elementos que marcan el día a día de esta profesión y que deben estar en la agenda de los CFO. Es por ello que analizamos en nuestro último informe especial cinco habilidades que todo CFO puede potenciar para enfrentarse a los retos del mañana.

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Tecnología: embajador y facilitador de la innovación

En primer lugar, y quizás el más importante, es la tecnología. El rol del CFO del futuro pasa por convertirse en un embajador y facilitador de la digitalización, la innovación y la transformación en estos ámbitos. No solo por cómo la tecnología es un driver para aumentar el rendimiento empresarial, sino por las oportunidades competitivas que ofrece. La automatización no sólo ha liberado de tareas repetitivas y manuales la función financiera, sino a toda la organización. Así, los CFO tienen una oportunidad competitiva en el conocer las distintas soluciones existentes e investigar y proponer opciones más innovadoras para poder aprovechar al máximo la tecnología.

Las soluciones basadas en la nube, por citar un ejemplo, proporcionan acceso a los datos en tiempo real, y la interpretación de los datos es una función clave del director financiero. Los datos se recopilan en tiempo real en todas las partes de la empresa y ofrecen información que el director financiero está en una posición única para analizar, interpretar y emprender la acción.

Pero no basta con ser un experto en tecnología. Un director financiero debe ser innovador. Independientemente del nivel de madurez o del despliegue tecnológico que tenga la organización, un director financiero debe estar al tanto de las innovaciones tecnológicas que están marcando el mañana. Blockchain, De-Fi, NFTs, y nuevos paradigmas como Web3 (como ejemplo) deberían estar en la mente de todo CFO y convertirse de esta forma en un impulsor de la innovación y un facilitador del cambio.

Hablando el idioma del data

En el mundo digital actual, un director financiero debe ser capaz de analizar los datos de forma transversal, ya que los números no se limitan al departamento financiero. Ya sean datos de ventas, análisis de talento, o los datos más ligados con los KPIs de negocio y financieros, las habilidades analíticas de un director financiero están ante oportunidades competitivas como nunca habíamos visto, pero es necesario saber aprovecharlas.

Poder acceder a los datos casi en tiempo real tiene un valor incalculable, especialmente en el contexto actual. Contar con datos precisos, actualizados y fiables permite a las empresas reaccionar de manera proactiva, y el director financiero está en la posición mejor situada para liderar esta función. Los CFOs pueden establecer métricas y elaborar previsiones, modelando posibles opciones y resultados, y proporcionando una confirmación del éxito respaldada por datos, medible y cuantificable. Pero para ello deben hablar, de manera fluida, el idioma del data y sus distintas aplicaciones.

Visión global, conocimiento local

En tiempos de cambio a nivel global, los directores financieros deben destacar por la agilidad y la eficiencia. La pandemia mundial ha sido uno de los mayores campos de pruebas para las empresas, y la proactividad ha sido una característica clave de las compañías que han estado a la altura del desafío. El análisis y la interpretación eficaz de los datos ha funcionado junto con la tecnología para impulsar la continuidad del negocio en este momento tan difícil. Y las empresas que han demostrado ser ágiles, reaccionando rápida y eficazmente, están mejor situadas cuando empezamos a cuantificar nuestra nueva normalidad. Pero esto no es suficiente

Los CFOs ahora también necesitan tener una visión global y un profundo conocimiento de cada una de las jurisdicciones en las que la empresa está presente; ya que (gracias a esta agilidad y al comercio electrónico), las organizaciones ya no operan completamente dentro de un solo país. Una visión global y un fuerte conocimiento local ayudarán al CFO, y por tanto a la organización, a adelantarse a las tendencias y a aprovechar al máximo las ventajas competitivas que ofrece cada mercado.

Un líder que hace fácil lo complejo

Pero poder operar a nivel multipaís en diversos entornos internacionales, el CFO debe ser capaz de colaborar con otros departamentos e incluso liderar socios de negocio fuera de la empresa, en contextos multiculturales. Hoy en día las barreras de las empresas son líquidas y el área de influencia va mucho más allá de los límites de esta. Ahí el CFO puede jugar un papel destacado como facilitador de la colaboración, aportando coherencia e inclusión a la empresa en su conjunto y, en esencia, como facilitador en un contexto de entornos complejos.

Destacar por un mindset colaborativo no sólo permite mejorar las relaciones profesionales, el entendimiento y el día a día en la oficina, sino que es indispensable para alinear a todos los grupos de interés en pos de unos objetivos comunes. Como los presupuestos, las previsiones y los análisis afectan a todas las partes de la empresa, las habilidades interpersonales, de gestión y de liderazgo de un director financiero deben entrar en juego para dirigir, promover y animar a la empresa a trabajar como una sola y de manera flexible. Pero, para ello, el CFO debe ser capaz de moverse en un contexto de complejidad y traducir dicha complejidad al lenguaje de la sencillez para el resto de la organización.

Creador de valor

Pero lo que quizás mejor engloba el papel del CFO del futuro es el cambio de paradigma, especialmente con todo aquello que tiene que ver con los criterios ESG (o ASG por sus siglas en español). El CFO del futuro no debe centrarse únicamente en el crecimiento financiero de la empresa, sino en garantizar una contribución a la sociedad. Así, el CFO puede ser quien garantice la aportación de valor no sólo a los accionistas de la empresa, sino a todos los grupos de interés. El CFO puede garantizar que los criterios ESG estén en el centro de la gestión y que conceptos como la igualdad y la sostenibilidad sean, y sigan siendo, impulsores estratégicos clave, mejorando así la reputación y la marca de la empresa.

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