La pandemia motivada por el Coronavirus (que ha obligado a cambiar el modo en que nos relacionamos con los espacios físicos) sumado a recientes innovaciones técnicas como puede ser la popularización de la tecnología blockchain, el auge de las criptomonedas o la aparición de fenómenos como los NFT, están teniendo un efecto revolucionario en cuanto a la forma en que se entiende el real estate, su propiedad y las oportunidades de inversión en este sector.

Y es que invertir en real estate ya no tiene que ir ligado a un espacio físico o un activo tangible. Entre los hitos recientes que podemos citar que refrentan esta teoría, está la venta de una parcela de terreno virtual en Decentraland el pasado mes de junio (el fondo Republic Realm adquirió dicha propiedad por 900.000 dólares).

Esto son sólo ejemplos de lo que se ha venido a llamar metaverso. El concepto de moda en el que empresas tecnológicas están invirtiendo y que se podría definir como una reproducción virtual de la experiencia del día a día, al tratarse (simplificándolo mucho) de un mundo digital en el que se puede interactuar con espacios, objetos, personas o llevar a cabo actividades.

Medios como The Washington Post o Forbes se han hecho eco recientemente de las posibilidades que estos metaversos (o metaverse, en inglés) ofrecen para los inversores. Roundhill anunció a principios de este verano el lanzamiento de un fondo cotizado (ETF) bautizado como META ETF. Este índice está compuesto por valores que se dedican a actividades relacionadas con el concepto del metaverso.

Al basarse en los NFT, y estos ser en esencia una representación de la tecnología blockchain, estos metaversos se caracterizan por su carácter descentralizado. Lo que significa que son ajenos a riesgos como la desaparición o destrucción motivada por acciones individuales o colectivas. Sucesos como la desaparición del servicio o plataforma no significaría la desaparición de la propiedad: quien posea una parcela en un metaverso podría transferirla a otro metaverso. Debido a esta tokenización, el proceso de inversión y gestión de la propiedad sería mucho más sencillo, eficiente y automático. Por ejemplo, la aplicación de contratos inteligentes permitiría verificar la propiedad sin necesidad de depender de terceros que lo acrediten, o establecer cláusulas de automático cumplimiento al producirse determinadas condiciones.

Roundhill anunció a principios de este verano el lanzamiento de un fondo cotizado (ETF) bautizado como META ETF. Este índice está compuesto por valores que se dedican a actividades relacionadas con el concepto del metaverso.

Todo esto son predicciones o usos futuros que podemos comenzar a percibir actualmente, y que suelen ser citados por aquellos que defienden las posibilidades de los NFT (aplicados a cualquier campo, no sólo al del real estate). Estas posibilidades se amparan en el hecho de que los usos que se le puede dar a estas propiedades son, en esencia, muy similares a las que podríamos darle en la vida física. Sobre un terreno virtual se podría construir un edificio residecial, o un centro comercial al que los usuarios acudirían de visita. El propietario o propietarios (una de las características de esta tecnología es que permite dividir la propiedad de manera más sencilla) de ese centro comercial podrían alquilar los distintos locales a terceros. Y como usuarios, podríamos acudir de compras a ese centro.

Esto que puede sonar futurista, ya sucede en Decentraland, en donde por ejemplo existe un distrito comercial bautizado como Metajuku (en honor al distrito tokiota de Harajuku, donde se centra un buen número de marcas de moda), en donde ya están instalados dos inquilinos: Dressx y Tribute Brand, que son dos marcas de moda que comercializan prendas de ropa basadas en NFT.

Todas estas predicciones están ligadas a que la visión de nombres como Mark Zuckerberg (en un evento reciente con empleados hizo especial mención a las posibilidades de los metaversos) se haga realidad. Lo cual pasa en este caso por un desarrollo tecnológico, incluso a nivel de hardware, que permita materializar esos universos virtuales. Y en caso de ser real, sería una realidad con implicaciones desde un punto de vista de gobernanza o fiscalidad internacional, entre otros aspectos. La inversión en real estate al estar ligada a un activo, está también determinada por el marco legislativo específico del mercado en el que se opere. ¿Pero en qué mercado o país estamos operando si invertimos en real estate digital? Hemos hablado de derechos sobre esas propiedades. Pero, ¿qué obligaciones tendríamos? ¿Dónde tributaríamos? ¿Qué jurisdicción prevalecería en caso de litigios?

Los diferentes gobiernos y órganos reguladores están comenzando a responder a estas preguntas. Por ejemplo, en marzo de 2021 la Unión Europea publicó su Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo relativo a los mercados de criptoactivos y por el que se modifica la Directiva (UE) 2019/1937, conocido popularmente como Reglamento MiCA (markets in crypto-assets). Aunque supone un paso en la dirección de legislar este universo tecnológico, elementos como los tokens no fungibles han quedado fuera de la misma. Así que, aunque en el horizonte se pueden percibir oportunidades, todavía queda mucho camino por recorrer.

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Adolfo Poveda Salinas
Sr. Manager Real Estate

Experiencia internacional – Conocimiento local

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